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martes, agosto 28, 2007 |
RICK
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“Si yo fuera mujer, me enamoraría de Rick”, dice el Capitán Renault en el Café Américain, en Casablanca. Lo primero que vemos de Rick son sus manos, firmando un papel sobre un tablero de ajedrez. La cámara sigue su mano derecha mientras lleva a sus labios uno de los infinitos cigarrillos que fumará durante la película. Recién ahí se ve su cara, ese rostro eterno, esa mirada tan Bogart. Rick Blaine aparece cínico, frío, indiferente. Intenta disfrazar lo que en realidad es: un hombre profundamente herido por amor, amargado por lo que cree una traición de la única mujer que adoró. Es también una especie de ángel guardián recio, que salva a todos de sus perseguidores y de sí mismos. Tantas escenas inolvidables: Rick bajo la lluvia en la estación de tren, leyendo la carta con el adiós de Ilsa/Ingrid Bergman, borroneada por las gotas que caen del borde de su sombrero; Rick pidiéndole a Sam que toque “As time goes by” porque “si ella pudo soportarlo, yo también”, y no es verdad que lo soporte; Rick solo con un whisky en la oscuridad del bar, atormentado porque de todos los locales en la tierra, ella había tenido que entrar al suyo. Nadie, nadie podría haber interpretado a Rick como Bogart. Pensar que el estudio consideró contratar a Ronald Reagan... Y, por supuesto, la secuencia final en el aeropuerto, donde el héroe hace el sacrificio último de renunciar a su amor. Antepone la seguridad de Ilsa y el bien de la causa a su propia felicidad, y logra que ella escape en el avión con su marido. Mientras Rick se aleja con su impermeable entre la bruma y le dice a Renault “creo que éste es el comienzo de una bella amistad”, siento que si yo fuera un personaje de película, me enamoraría de Rick.
Laura Kopouchian Casablanca, de Michael Curtiz |
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posteado por La mujer de mi vida a 12:57 p. m.
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