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sábado, junio 28, 2008 |
¿Quién vivía y escribía en esta casa?
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posteado por La mujer de mi vida a 10:56 a. m. |

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viernes, junio 20, 2008 |
Ersatz, el disco de Julien Doré
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por Sergio Olguín

Acaba de salir el primer disco de Julien Doré. Ersatz es el título de la obra y no defrauda. Tiene temas cercanos a la canción francesa tradicional, otros al estilo de la banda Paris Combo y cada tanto se nota que viene del rock y le sale esa vena rockera, que es lo que resulta más interesante en su obra. Todo esto dicho rápidamente y sin muchos detalles porque acabo de escuchar el disquito recién salido del horno. Lo encontré en uno de los mejores sitios argentinos (bah, el mejor) para compartir todo tipo de material, en Taringa! Pueden ver el post de Taringa! aquí. Como verán el disco está alojado en Rapidshare.com. Para los que no saben todavía cómo bajar de la versión gratuita de Rapidshare.com, les dejo también un tutorial aquí mismo. Ah, y no se olviden de copiar el password que está en el post de Taringa!, porque después van a querer descomprimir el archivo bajado de Rapidshare y no van a poder. Ahora sí. A escuchar el disquito, ideal para un día de lluvia como hoy. Etiquetas: Julien Doré, Rapidshare, Taringa |
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posteado por La mujer de mi vida a 10:53 a. m. |

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lunes, junio 16, 2008 |
Los libros que me llevaría si fuera un pasajero del vuelo 815 de Oceanic Airlines
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Por Sergio S. Olguín
La famosa isla desierta. Uno va a parar a una isla desierta (o casi desierta) y sólo puede llevar, pongamos por caso, diez libros. ¿Qué elegir? ¿Con qué base hacer la selección? ¿Los libros que a uno más le gustaron o aquellos que reelería con más placer? Lo mejor es una combinación de ambos principios: libros que me apasionaron y que lo siguen haciendo cuando los releo, aunque más no sea, de manera fragmentada.
Novelas. Básicamente, novelas. Rojo y negro, de Sthendal antes que nada. La historia de un héroe romántico capaz de morir por orgullo y, por qué no, por amor. ¿Hay algún personaje más memorable en la literatura que el joven Julian Sorel? Ya tengo el primer libro. Sigamos. Y seguimos en Francia y más novelas de amor: La espuma de los días, de Boris Vian. Un libro lleno de pasión, humor y tragedia. El tercero: Don Quijote de la Mancha, del genio de Cervantes en la excelente edición de Huemul. Negociemos y pongamos como uno las dos partes. Un clásico de lectura díficil pero deslumbrante y conmovedora.
El cuarto libro y otra novela: Libro de Manuel de Julio Cortázar. Todo lo que uno querría encontrar en un libro está ahí: personajes fascinantes, una erótica revolucionaria y una escritura inigualable en la Argentina. Cortázar había nacido en Bélgica, como Georges Simenon: busco una novela entre las cientas que escribió: El hombre que miraba pasar los trenes, o cómo la realidad más banal esconde posibilidades terribles. No olvidar llevar alguna novela del inglés John Berger: Lila y Flag, no hay dudas. La historia de unos jóvenes que soportan las injusticias de una Europa racista y clasista.
¿Y libros de cuentos, de poesía, de ensayo, de teatro? Me quedan sólo cuatro obras. Elijo una por género. Cuentos: Primer amor, últimos ritos de otro inglés, Ian MacEwan, y otra vez el amor. Poesía: los Poemas humanos de César Vallejo, leerlos y releerlos hasta saberse todos los versos de memoria. Ensayo: El hombre rebelde de Albert Camus, leerlo y releerlo hasta entender que el hombre es absurdo y que la rebeldía es la única salvación. Teatro: Rey Lear del gran Shakespeare, una tragedia de hace cuatro siglos que sigue siendo actual: todo error se paga.
Ya están los diez. ¿Pero cómo? ¿No voy a llevar El grito de la lechuza de Patricia Highsmith, ni Opiniones de un payaso de Heinrich Böll, ni Crimen y Castigo de Dostoievsky, ni Madre noche de Kurt Vonnegut? ¿Y los libros de cuentos de Fontanarrosa, o los libros de Rodolfo Walsh, o las obras de Georges Perec, o las de David Viñas? ¿Nunca más voy a poder leer el teatro de Jean Racine y de Oscar Wilde, los poemas de Gelman y de Quassimodo, las novelas de Chandler y de Arlt? ¿Cómo dejo afuera a Kafka y La guaracha del Macho Camacho de Luis Rafael Sánchez? ¿Y los ensayos de Edward Said, los cuentos de Dorothy Parker y los poemas de Pizarnik y de Jaime Gil de Biedma? ¿No hay lugar entre los diez para Opus Nigrum de Marguerite Yourcenar?
El dueño de la isla desierta (pongamos que se llama Ben) tiene poca paciencia se enoja por mis dudas y me exige que olvide eso de los diez libros. Sólo puedo llevar tres y no pueden ser ninguno de los nombrados. Pienso unos segundos y elijo: una obra de teatro, Esperando a Godot de Samuel Beckett, y dos novelas, Noticias del paraíso de David Lodge y Striptease de Simenon.
Como repito un autor, Ben se enoja más aún y me dice que sólo puedo llevar un libro. Pienso en uno que los contenga a todos. Ya está: la novela Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino, un libro de eternos comienzos, de finales abiertos hasta el infinito y una conclusión que vale oro: todos los libros remiten a dos historias básicas; la continuidad de la vida o la inevitabilidad de la muerte. Ben detesta la narrativa italiana. Se enfurece y sólo nos permite llevar tres frases tomadas de cualquier libro. Hago memoria y recito:
“La noche puede durar y durará todavía/ El alba es oficio de sobrevivientes” (Mario Trejo, El uso de la palabra) “Te voy a beber de un trago,/como una copa de ron” (Nicolás Guillén, Sóngoro Cosongo) “No es nada que la vida sea atroz; lo peor es que sea vana y sin belleza” (Marguerite Yourcenar, Alexis o el tratado del inútil combate).
¡Una frase, sólo una frase podrás llevar a la isla! ¡Y menos de diez letras!, me grita Ben enojadísimo porque nombré dos veces a Yourcenar. Busco unas palabras que resuma todo: por qué escribir, por qué leer, por qué publicar, por qué amar y destestar, por qué seguir haciendo cosas. Aparece nuevamente el viejo Boris y me susurra:
“¿Por qué no?” (Boris Vian, Escritos sobre Jazz) |
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posteado por La mujer de mi vida a 8:43 p. m. |

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miércoles, junio 11, 2008 |
La China en la esquina
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Más allá de los loables trabajos de campo de los licenciados Goldemberg y Zicavo, no hace falta ir a Oriente para ver postales orientales. Globalización mediante, yo disfruto de viñetas dignas de un film de apertura del Bafici a veinte metros de mi casa, en un supermercado chino estándar de una esquina de Villa Crespo, parecido a otros cientos de toda la ciudad. Tengo todos los elementos: cajerita china adolescente súper fashion, con ropa de ésas que sólo se ve en las películas, como medias de lana hasta arriba de la rodilla, y peinado en constante mutación. Muchachito que se pasa el día mirando videos de cámaras ocultas orientales en el monitor de una computadora, al lado de la caja, y riéndose fuerte. Ocasionales gritos entre muchachita y muchachito. Ocasional pop oriental a todo volumen. Y su interacción con el entorno: el coqueteo de la chica con el hombre de seguridad del local de al lado, por ejemplo. O el diálogo con una nena de dos años que entra y la saluda: -Ho-la Mi-mí. -Ho-la Lu-lú.
Hace unos días tuve el orgullo de participar de una escena que podría haber honrado al más lisérgico de los cineastas hongkongueses. Llegué hasta la carnicería, que está -por supuesto- al fondo, atendida por un carnicero argentino, como corresponde. Y mientras hacía mi pedido empezó a sonar por la radio una versión berreta en voz femenina de Imagine, de Lennon. El carnicero empezó a tararear y después, desafiante, a cantar. Los dos repositores que acomodaban rollos de papel de cocina -uno chino y uno criollo- se sumaron al coro. Y yo también, mientras elegía un frasco de dulce, entoné aquello de "imagine all the people living life in peace". Yo canto, ellos cantan, tú hubieras cantado de haber estado allí. Y Tsai Ming Liang también.
Marcela BaschEtiquetas: chinos, imagine, supermercado |
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posteado por La mujer de mi vida a 7:50 p. m. |

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viernes, junio 06, 2008 |
ORIENTAL LOSS
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Todo bien con las fotos chinas del Lic. Goldemberg (que no para con la reafirmación identitaria desde que confesó en el número 49 su verdadero origen oriental). Pero su nación natal ¿se llama acaso Republica Oriental de la China? Ok. Para hacer justicia, acá va una instantánea montevideana, frente al puerto del Buceo, a unos metros de una pista de skate con vista al mar en la que los chiquilines (así los llaman) la descosen. La pintada tiene un espíritu nueva trova que contrasta un poco con la fauna skater de la cuadra: versiones sobre ruedas de Sid Vicious, Dee Dee Ramone o Kurt Cobain. La foto fue sacada minutos antes de que otra banda se encargara de tapar la pared con una pegatina invitando a una rave. Así no hay cuerno que aguante.
E.Z. |
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posteado por La mujer de mi vida a 9:18 p. m. |

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