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martes, octubre 31, 2006
Mi abuela segunda
 
Segunda fue la única abuela que conocí. Ella había venido a la Argentina en el año 1906 para casarse con Francisco San Miguel, un paisano de Huarte Araquil, un poblado cercano a Pamplona, que unos meses antes y con ansias de aventura había cruzado el océano sin pensarlo demasiado.
Viajó sola. En el mismo barco llegaron muchos otros vascos que buscaban una vida mejor. Del puerto de Buenos Aires fue directo al campo, a unos cuatrocientos kilómetros de la ciudad. El primer contacto de Segunda con el nuevo mundo no fue fácil. Trabajaba en el campo y atendía la casa. Francisco era hosco y le gustaba el vino. Vivían en un tambo y aunque era época de vacas gordas, a mi abuela le tocaron siempre de escasez. La holgura la aprovechaban los paisanos amigos de mi abuelo que comían y bebían a voluntad y sin pedir permiso.
Segunda tuvo tres hijos. La última, mi mamá.
Llegó el tiempo de la escuela y se mudaron a la ciudad, donde mi abuelo tenía un reparto de leche. Otros paisanos hicieron fortuna en esos años, pero mi abuelo no.
-Francisco, los niños necesitan zapatos nuevos
-Mándale a arreglar los que tienen, decía mientras servía buen vino a sus amigos. Segunda callaba y mi mamá y sus hermanos se quedaban sin zapatos.
Cuando mi abuelo murió mi abuela Segunda vino a vivir con nosotros. No tenía nada propio.
Tejía como los dioses y hacía las mejores natillas y torrejas del mundo. Rascaba la espalda como ninguna. Me gustaba escucharla hablando en vasco con sus amigas. Su lengua era su única pertenencia.
Envejeció. Se acordaba de su pueblo, pero nunca pudo volver. Frente a mi casa había una fuente de agua, recordaba con los ojos mojados de lágrimas.
Y tal vez para no seguir acordándose fue perdiendo la razón, pero a veces lloraba igual. Porque esos recuerdos ya no estaban en su cabeza , era pura memoria del corazón.






Susana Danon
 
posteado por La mujer de mi vida a 4:53 p. m.
 
 
4 Comentario(s):
Anonymous Anónimo dijo...
"Y tal vez para no seguir acordándose fue perdiendo la razón, pero a veces lloraba igual".

esto me llegó mucho... ¿quién no tiene un (bis/)abuelo desterrado por la malaria, ahogado por la nostalgia en un país que le vendieron con moño?

1:05 a. m. 
Anonymous Anónimo dijo...
me encantó el texto
11:05 p. m. 
Anonymous Anónimo dijo...
me encantó el texto
11:05 p. m. 
Anonymous Anónimo dijo...
Abuelos vascos. Pocos regalos mejores puede darte la vida
12:40 p. m. 
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